viernes, 10 de abril de 2015

LAS RELACIONES DE EEUU Y AMÉRICA LATINA

Por Juan González


Las relaciones de Estados Unidos con América Latina fueron establecidas en base a la Doctrina Monroe que expresa: “América para los Americanos”. Al aplicar esta doctrina a partir del siglo XIX, la ascendente potencia del norte dejaba delimitada su área de influencia ante los imperios europeos de aquel momento.


A través de dicha doctrina América Latina quedó subordinada a EEUU en un proceso expansión hacia el sur que inició con la Guerra México-americana en la que arrebató aproximadamente el 50% del territorio al país azteca, así como la Guerra Hispano- americana de 1898 en la que derrotó a España, quedando con el control de Cuba y Puerto Rico.

Es importante señalar que en el ámbito financiero varios países de la región que habían tomado préstamos a las potencias europeas para organizarse luego de la independencia estaban bajo amenaza de invasiones al no poder cumplir con sus compromisos crediticios.
Cabe destacar la invasión que sufrió México en 1862 por tropas francesas bajo la excusa del incumplimiento del pago de una deuda contraída con esta potencia europea. En ese mismo orden, aunque Venezuela no fue invadida en 1902 las tropas británicas bloquearon sus puertos, utilizando un pretexto similar.

Ante esta situación EE.UU., decidió comprar los títulos que tenían los europeos con deudas de América Latina para aumentar su control sobre la región.

Desde el final del siglo XIX, Estados Unidos ha promovido foros, reuniones e instituciones de carácter continental para mantener a la región apegada a sus valores y bajo su dominio, como ejemplo podemos destacar: la Conferencia Panamericana, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización de Estados Americanos (OEA), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y más recientemente la Cumbre de las Américas.


EL IMPACTO DE LA REVOLUCIÓN CUBANA

Es oportuno resaltar, que con el surgimiento de la Guerra Fría y la posterior Revolución Cubana en 1959, algunos países latinoamericanos pidieron a EEUU revisar sus relaciones con la región, argumentando que estas solo se circunscribían a lo jurídico, político y militar, pero excluía las cuestiones económicas y sociales.

Los reclamos aumentaron con la visita del vicepresidente de EEUU, Richard Nixon en 1958 a Caracas y Lima, que inicialmente incluía siete países pero las protestas escenificadas en estas dos ciudades, varió la agenda del segundo hombre al mando del gobierno estadounidense.

El enfriamiento de las relaciones entre EEUU y América Latina en aquel momento fue aprovechado por el presidente de Brasil, Juscelino Kubitschek, para proponer la Operación Panamericana, una propuesta que se inspiraba en la Plan Marshall, implementado por gobierno norteamericano para reconstruir varios países de Europa devastados por los efectos de la Segunda Guerra Mundial.

La propuesta del Presidente brasileño sirvió de paradigma al Presidente de Estados Unidos John F. Kennedy para lanzar en 1961, la Alianza por el Progreso, en Punta del Este, Uruguay.

La Alianza por el Progreso fue el más ambicioso proyecto de ayuda y cooperación de EEUU hacia América Latina, el cual contemplaba el desarrollo de infraestructuras, el fortalecimiento de los programas de educación y salud, así como la promoción de la democracia, el libre comercio y la implementación de una reforma agraria en cada uno de los países.
Sin embargo, ese gran sueño de cooperación continental no llegó a hacerse realidad, lamentablemente se fue a la tumba con el Presidente Kennedy.

LOS GOLPES DE ESTADOS

Se debe recordar que entre las décadas de los 70s y 80s del pasado siglo, Estados Unidos auspició golpes de Estado a gobiernos electos democráticamente en distintos países y apoyó el ascenso de militares golpistas que establecieron regímenes autoritarios que violaron ampliamente los derechos humanos, acción que provocó repudio en amplios sectores sociales, especialmente, de ideas de izquierdas en toda la región.

Gobiernos democráticos como el de Juan Bosch (1963) en República Dominicana  y Salvador Allende (1973) en Chile, fueron derrocados con apoyo de EEUU por el simple hecho de implementar políticas públicas con enfoque socialista.

Luego de la caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior disolución de la Unión Soviética en 1991, Estados Unidos, estableció una agenda para la región basa en la promoción de la democracia, derechos humanos y libre comercio. Sin embargo, esta agenda encontró amplio rechazo sobre todo en los países de la región gobernados por partidos de izquierdas que la consideraron mecanismos de dominación y de preservación de los intereses de los Estados Unidos.

Se debe destacar que esta férrea oposición llevó al fracaso el ambicioso acuerdo de libre comercio planteado por EEUU que incluiría todo el continente, desde Alaska hasta Tierra de Fuego, y que estaba pautado para entrar en el año 2005.

EEUU VUELVE SU MIRADA A LA REGION

En la primera mitad del siglo XXI Estados Unidos se concentró en la guerra contra el terrorismo, enfocándose en Medio Oriente y Asia Central, y dejando en el olvido a la región.  
Este vacío en las relaciones de EEUU y América Latina fue aprovechado por potencias como China y Rusia, y en menor medida Irán, para aumentar sus vínculos con países ideológicamente distantes de Estados Unidos como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Argentina, Bolivia, entre otros.

La influencia de EEUU en la región se ve amenaza por la presencia de China, que en el año 2000 tenia un intercambio comercial de tan solo $10 mil millones de dólares y en la actualidad supera los $200 mil millones.

Otro ejemplo, es que China se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil, desplazando a EEUU, además, hay que resaltar la concesión dada a una empresa de China para construir un canal interoceánico en Nicaragua similar al de Panamá con una inversión estimada en 40 mil millones de dólares.

Asimismo, tanto Rusia como Irán, también han reforzado en la primera década del presente siglo, sus lazos comerciales y diplomáticos con algunos países del área.

Esta situación preocupa tanto a Estados Unidos que en mayo del 2013, el Presidente Barack Obama y el vicepresidente Joe Baiden, realizaron visitas puntuales a la región.

Barack Obama, se reunió con el Presidente de México, los presidentes de los países centroamericanos y el de la República Dominicana, teniendo como temas de agenda principalmente, el comercio y el narcotráfico. Mientras que Biden realizó su periplo por Suramérica (Colombia, Brasil y Trinidad y Tobago) para tratar la situación post-electoral de Venezuela, los acuerdos de paz con la guerrilla (Colombia) y el intercambio comercial.

Es importante reseñar el más reciente e importante esfuerzo de Estados Unidos por aumentar sus vínculos con la región, el anuncio el pasado mes de enero del año en curso del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, suspendidas hace más de 60 años, abriendo la posibilidad de poner fin en un futuro cercano al histórico embargo comercial a la isla.

Cuba irá por primera vez como miembro de pleno derecho a la Cumbre de las Américas, en un ambiente matizado por la confrontación entre Venezuela (su principal aliado) y Estados Unidos.

Es tiempo ya de que EEUU eche a un lado la doctrina Monroe y comience una nueva era en las relaciones con la región, centradas en una vecindad armoniosa que descanse en el respeto a la soberanía y en la no injerencia en los asuntos interno, ya que existen intereses comunes que se deben preservar y cultivar mediante la cooperación.

La VII Cumbre de las Américas que se celebra en Panamá, los días 10 y 11 del mes en curso, es un espacio propicio para comenzar a transitar por el camino de la cooperación y la buena vecindad.

Es preciso señalar que EEUU necesita el importante mercado latinoamericano, con más de 500 millones de consumidores. Mientras que la región necesita de EEUU la transferencia de capital, ciencia y tecnología para dar el salto hacia el desarrollo.


El autor es politólogo, analista de temas internacionales.

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente! Esta es una forma de conocer más sobre la historia de América Latina. El autor es conciso y preciso en sus informaciones. Su enfoque es sencillo y el que lee su artículo, recuerda lo leído.